¿Quién le dirá adiós primero a Pedro Sánchez? El Gobierno anda con pies de plomo, midiendo cada paso
La gobernabilidad de Pedro Sánchez pende de un hilo, con equilibrios precarios y tensiones constantes. La reciente filtración judicial que golpea al Gobierno complica aún más el panorama político. ¿Quién será el primero en distanciarse de Sánchez y qué implicaciones tendrá esto para España?
Ricardo San Martín.-La estabilidad de la legislatura de Pedro Sánchez no se basa en fundamentos sólidos, sino en una suma de intereses, tensiones y necesidades mutuas. Entre los socios no hay cariño ni confianza total, solo estrategia y cálculo. En este escenario inestable, la pregunta clave es quién se desmarcará primero del Gobierno.
La filtración revelada por El Mundo, donde el presidente de la Audiencia Nacional informa a Moncloa sobre la absolución de Josep Lluís Trapero antes de que se hiciera pública, añade más tensión a una legislatura ya marcada por la sospecha de influencias judiciales, deterioro institucional y descontento territorial. En este contexto, la pregunta sobre qué socio abandonará primero a Sánchez cobra aún más importancia.
Junts: Ruptura estratégica, no traumática
Junts per Catalunya es un claro candidato a dar el primer golpe. Su relación con el Gobierno es meramente práctica: no buscan gobernar España, sino sacar el máximo provecho político y simbólico posible. Ya lograron la ley de amnistía, y ahora se centran en la autodeterminación y una financiación especial para Cataluña. Si ven que el PSOE no puede o no quiere ceder más, no dudarán en tensar la cuerda, incluso romperla, para diferenciarse de ERC y liderar el independentismo desde la confrontación, no desde el acuerdo.
Si Junts se va, la legislatura no se hundiría, pero se volvería aún más inestable. ERC se convertiría en el único apoyo catalán, con todo el desgaste que eso implicaría.
Podemos: Ruptura simbólica, sin gran impacto
En el caso de Podemos, el conflicto con el PSOE es constante. Su ruptura con Sumar y su estrategia de oposición dentro del bloque progresista los lleva a votar cada vez más en contra del Gobierno. Sin embargo, su influencia en el Congreso es limitada. Si rompen con Sánchez, no cambiaría mucho el equilibrio de fuerzas, pero sí generaría ruido en la izquierda, sobre todo en temas como Gaza, vivienda o libertad de expresión.
Podemos puede permitirse una ruptura más de palabra que real. Sería más un golpe mediático que institucional.
PNV y ERC: Pragmatismo contra presión
El PNV y ERC están en una situación intermedia. Ambos han apostado por el diálogo y las reformas pactadas. El PNV, conocido por su pragmatismo, podría alejarse si ve que Sánchez pierde fuerza o si el PP ofrece más beneficios para sus intereses autonómicos. En cuanto a ERC, la presión es más emocional y electoral: si Junts se va y ellos no, quedarían como los tontos útiles del Estado, algo que no pueden permitirse si hay elecciones catalanas en 2025 o 2026.
A pesar de esto, ambos saben que si Sánchez cae, podría surgir una mayoría PP-Vox, lo que impediría cualquier progreso autonómico o social. Por lo tanto, romper no será su primera opción.
Sumar: El último bastión
Sumar es el socio más leal, pero también el más vulnerable. Están en el Gobierno y su liderazgo depende de la estabilidad. Romper sería un suicidio político para Yolanda Díaz. Pero si la coalición se deshace o si el PSOE se acerca al centro, también podrían acabar descolgándose, aunque serían los últimos en hacerlo.
Un equilibrio precario
Pedro Sánchez ha demostrado ser un político hábil, pero su gobierno se sostiene sobre bases frágiles. Su legislatura depende de mantener unidos a socios con intereses diferentes y sin un proyecto común, solo una necesidad temporal. Cualquier error, filtración o falta de visión política puede hacer que una de las piezas se caiga y ponga en riesgo todo el proyecto.
En este juego de alianzas, no ganará quien más resista, sino quien rompa en el momento preciso y con la justificación adecuada. Y ahora mismo, la jugada la está marcando quien se atreva a tensar más la cuerda sin llegar a romperla. Por el momento.